Las letras y los juegos, no necesariamente tienen que estar separados. Siempre disfruté de leer, y siempre disfruté de jugar. Pero, cuando las dos cosas se unen, el resultado puede ser maravilloso.
Los primeros juegos con palabras fueron con calcomanías de letras que nos habían comprado a Hernán (cito) y a mí. Era tan simple como formar nuestros nombres y diferentes palabras y pegarlas en la ventana de la habitación. También teníamos unas pizarras metálicas con letras imantadas de colores. Para escribir, nos ayudábamos del libro “UPA!” de Constancio Vigil, que leíamos junto a Vivi.
Más adelante, para pasar el tiempo en los viajes, (pasada la época de leer todo), jugábamos a decir palabras que empiecen con...”A”, “B”, “C”, etc., ó a formar una oración agregando cada uno, una (y sólo una) palabra cada vez que repetíamos la frase ya formada.
Luego, se fue complejizando la cosa, y como bien recordaba mi amiga Analía, jugábamos a leer o decir una palabra al revés para que la otra la adivinara. Entonces nos llamábamos AILANA y ANIRBAS.
También disfrutaba mucho jugando al conocido TUTI FRUTI, o al que yo llamaba MANUSCRITO, dónde uno empezaba escribiendo una historia y sin que el otro supiera lo que había escrito, doblaba la hoja tapando su producción, y lo pasaba para que se siguiera la historia, y así, cada uno agregaba algo, hasta que se terminaba la hoja y se leía todo: ¡quedaba cualquier disparate!
Los juegos de mesa en los que hay que escribir o formar palabras, siguen siendo mis favoritos. Mi hermana mayor, Betsy, tenía uno que se llamaba SOPA DE LETRAS y siempre me ganaba. También jugábamos al BOGGLE, COGGLE, y al TUTTI FRUTI (pero de mesa) Ahora, el que más me gusta es el SCRABBLE. Pero cuando somos muchos, lo mejor es el DICCIONARIO (también llamado BLEFF), en el que hay que inventar definiciones y votar la correcta.
Incluso, los mismos libros, a veces son juegos en sí. Por ejemplo, la colección "ELIGE TU PROPIA AVENTURA", que estaba en la biblioteca de mi hermano mayor y de a poco iba pasando a mi cuarto. Con mi amiga Dana, no sólo los leíamos juntas, sino que nos representábamos la historia como si fuéramos nosotras. Otra colección inolvidable es la de PUZZLES-LUMEN-AVENTURAS, en la que mientras leías las aventuras, debías ir descifrando diferentes juegos y enigmas para pasar de página; con Dana los leíamos mientras jugábamos a las detectives. También, leíamos los de Lince y Amy (propiedad y recomendación de Betsy), en los que debías resolver el caso, a partir de unas pistas en un dibujo.
A partir de la sección “La Plaza de papel” de la revista del domingo, comencé a consumir las revistas de entretenimientos, crucigramas, enigmas, acertijos, sopas de letras, etc. (todo aquello que representara un desafío mental)
En una época se me daba por empezar a escribir cuentos, pero nunca sabía como seguirlos y quedaban por la mitad; tengo guardados un montón de cuentos incompletos, y muy pocos completos (malos, muy malos)
En mis enamoramientos tempranos escribía poemas de amor, de esos terriblemente cursis. Tenía una libretita rosa en la que los escribía que se la regalé a mi hermana Pauli cuando cumplió doce.
Retomé la escritura en el secundario, durante mi adolescencia a partir de un poema que escribí cuando falleció mi Zeide Simón.
Y, ahora, en mi vida adulta, intento expresarles a través de éste espacio, distintas experiencias que fueron marcando mi recorrido por las letras, las palabras y los libros.
2 comentarios:
Jugar con las letras. Con los juegos me hiciste acordar a uno de nuestros libros favoritos: Rayuela, que es el juego más maravilloso que he jugado.
Ich liebe dich
NIco:¡Qué lindo compartir con vos tantos juegos y libros! Y palabras como...
Я тебя люблю
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